Por Juan Beloscar.

Descargar en pdf

Se trata de una historia de docente y discípulo, que se remonta a muchos años, a mucho tiempo atrás.

Tuvimos el privilegio de conocer profundamente al Profesor Mariani y si pudiéramos resumir en pocas palabras lo que significó en nuestra vida de médico diríamos que: “nos enseñó a enseñar”.

En los primeros tiempos, lo conocimos cuando éramos alumnos de Medicina, al comienzo del ciclo clínico. Nos sorprendía con la dedicación y facilidad en explicarnos lo difícil y facilitarnos lo complejo de la medicina en general y luego de la Cardiología en especial. En este aspecto ya insistía en la cordialidad con el paciente, el tiempo necesario para escucharlo y la prioridad en su relación con el colega.

La sala 14 del Hospital Centenario y su Servicio de Cardiologìa y la Facultad de Medicina fueron sus bastiones. Desde allí difundía generosamente su particular forma de estimularnos y ver nuestras virtudes y defectos, formando  grupos de estudio que alentaba con su dedicación

Fue en esos tiempos cuando nos sorprendía dando los primeros pasos en aquellos trabajos de investigación incipientes, basados en la Anatomía y las correlaciones anatomo-clínicas de esa época, donde el electrocardiograma tenía un papel prioritario.

Era posible verlo llegar diariamente, siempre muy temprano, viajando desde su querido San Lorenzo y acomodando prolijamente la actividad del día, generalmente estricta y horaria. Por nada cambiaba su plan de actividades, con esa meticulosidad que le era tan propia.

Compartimos muy buenos momentos y supo tolerar nuestras dificultades de vida cuando recurríamos a él buscando un consejo o una palabra de alivio   aunque…curiosamente… nunca nos tuteamos…Hubo períodos de mayor acercamiento y otros de distancia, generalmente por  razones laborales o familiares que se agotaban en felices encuentros que enaltecían el profundo y creciente afecto mutuo, que sobrepasaba cualquier dificultad.

 Nuevos desafíos universitarios lo obligaron a adaptarse, y así fue a las nuevas perspectivas en docencia e investigación…el cambio de Plan curricular; la Carrera de Especialización. Los avatares de profundos cambios, internet, la relación con las Sociedades Científicas, los ensayos clínicos…

La cumbre de sus aspiraciones fue la organización de la Carrera. La transformación obligada con profundos cambios en la enseñanza y el tránsito de la clásica Residencia Universitaria del Hospital Centenario en Carrera de Posgrado, con el aval de la Universidad y la Ley de educación superior.

Y así, nuevamente, como al principio, compartimos su meta mayor, donde creo que se fusionaron todos los objetivos de varias décadas, cuando ya se aproximaban tiempos de retiro

 El Profe nos enseñó Medicina pero más que nada, la forma de enfocarla disfrutando de su enseñanza. Esa virtud, muy suya, nos alentó siempre con el orgullo de haber formado parte de la misma vocación.

 

Al gran maestro, con eterno cariño

Coqui